lunes, 10 de marzo de 2014

La Rebelión de las Masas - José Ortega y Gasset y Clase sobre Hombre-Masa

Primera Parte: La Rebelión de las Masas

El Hecho de las Aglomeraciones

Hay un hecho que resulta ser el más importante en la vida pública europea de la hora presente. Este hecho es el advenimiento de las masas al pleno poderío social. Masas, por definición, no deben ni pueden dirigir su propia existencia, y menos gobernar la sociedad, Crisis, se llama la rebelión de las masas, la aglomeración, del "lleno". Las ciudades están llenas de gente. Las casas, llenas de inquilinos. Los hoteles, llenos de huéspedes. Los trenes, llenos de viajeros. Los cafés, llenos de consumidores. Vemos la muchedumbre, como tal, posesionada de los locales y utensilios creados por la civilización. El hecho es que antes ninguno de estos establecimientos y vehículos solía estar lleno, y ahora rebosan, queda fuera gente afanosa de usufructuarlos. Sorprenderse, es comenzar a entender. 

La aglomeración de gente, ver lugares llenos,  no era antes frecuente. Ahora los individuos (que preexistían, pero no como muchedumbre) integran estas gandes masas. La muchedumbre, se ha instalado en los lugares preferentes de la sociedad. El concepto de muchedumbre es cuantitativo y visual. La sociedad es siempre una unidad dinámica de dos factores: minorías y masas. Las minorías son individuos o grupos de individuos especialmente cualificados. La masa es el conjunto de personas no especialmente cualificadas. Masa es "el hombre medio". Para formar una minoría, sea la que sea, es preciso que antes cada cual se separe de la muchedumbre por razones especiales, relativamente individuales. Hecho psicológico, sin necesidad de esperar a que aparezcan los individuos en aglomeración.  

Los locales no estaban premeditados para las muchedumbres, puesto que su dimensión es muy reducida y el gentío rebosa constantemente de ellos, demostrando a los ojos y con lenguaje visible el hecho nuevo: la masa, que sin dejar de serlo, suplanta a las minorías. Yo dudo que haya habido otras épocas de la historia en la que la muchedumbre llegase a gobernar tan directamente como en nuestro tiempo.

La Subida del Nivel Histórico

La época de las masas es la época de la colosal. Vivimos bajo el yugo de las masas. El estilo de las masas triunfa hoy sobre todo el área de la vida y se impone aun en aquellos últimos rincones que parecían reservados a la minoría.

El hecho que necesitamos someter a anatomía puede formularse bajo estos dos rasgos: 

1. Las masas ejercitan hoy un repertorio vital que coincide, en gran parte, con el que antes parecía reservado exclusivamente a las minorías.
2. Al propio tiempo, las masas se han hecho indóciles frente a las minorías; no las obedecen, no las siguen , no las respetan, sino que, por el contrario, las dan de lado y las suplantan.

La masa, que iba entusiasmándose con la idea de esos derechos como un ideal, no los sentía en si, no los ejercitaba ni hacia valer, sino que de hecho, bajo las legislaciones democráticas, seguía viviendo, seguía sintiéndose a si misma como el antiguo régimen. Cuando algo fue ideal se hace ingrediente de la realidad, inexorablemente deja de seer ideal. Ahora bien: el sentido de aquellos derechos no era otro que sacar las almas humanas de su interna servidumbre y proclamar dentro de ellas una cierta conciencia de señorío y dignidad.

Se requiere que el hombre medio sea señor, y esto implica que no extrañe que actúe por sí y ante sí, que reclame todos los placeres, que imponga decidido su voluntad, que se niegue a toda servidumbre, que no siga dócil a nadie, que cuide su persona y sus ocios, que perfile su indumentaria. Hoy los hallamos residiendo en el hombre medio, en la masa. El hombre medio representa el área sobre que se mueve la historia de cada época. Ese estado psicológico de sentirse amo y señor de sí e igual a cualquier otro individuo, es algo que en Europa sólo los grupos sobresalientes lograban adquirir.

El triunfo de las masas se ha presentado en Europa por razones internas, después de dos siglos de educación progresista de las muchedumbres y de un paralelo enriquecimiento económico de la sociedad. América era el porvenir, pero la historia se alimenta de la altitud media social y no de las excelencias.

La Altura de los Tiempos

El imperio de las masas presenta, pues, una vertiente favorable en cuanto significa una subida de todo el nivel histórico, y revela que la vida media se mueve hoy en altura superior a la que ayer pisaba. La velocidad con que hoy marchan las cosas, angustian al hombre de temple arcaico, y esta angustia mide desnivel entre la altura de su pulso y la altura de la época.

Cualquier Tiempo Pasado fue mejor

Al mirar atrás, notamos que ha habido épocas en la historia que se han sentido a sí mismas como arribadas a una altura plena, definitiva: tiempos en que se cree haber llegado al término de un viaje, en que se cumple un afán. Es la "plenitud de los tiempos", la completa madurez de la vida histórica, lo esencial para que exista "plenitud de los tiempos" es que un deseo antiguo, el cual venia arrastrándose anheloso durante siglos, por fin un día queda satisfecho. Y, en efecto, esos tiempos plenos son tiempos satisfechos de sí mismos.

Un tiempo que ha satisfecho su deseo, su ideal, es que ya no desea nada más. Es decir, que la famosa plenitud es en realidad una conclusión, un final. Nuestro tiempo, en efecto, no se siente ya definitivo. La fe en la cultura moderna era triste: era saber que mañana iba a ser en todo lo esencial igual a hoy, que el progreso consistía solamente en avanzar por todos los siempre sobre un camino idéntico al que ya estaba bajo nuestros pies.

La decadencia es un concepto comparativo. La sociedad decae de un estado superior hacia un estado inferior. 

El Crecimiento de la Vida

El imperio de las masas y el ascenso del nivel, la altitud del tiempo que él anuncia, no son a su vez más que síntomas de un hecho más completo y general. Este hecho es casi grotesco e increíble en su misma y simple evidencia. Es, sencillamente, que el mundo, de pronto, ha crecido, y con él y en él, la vida. Por lo pronto, ésta se ha mundializado efectivamente; quiero decir que el contenido de la vida en el hombre de tipo medio es hoy todo el planeta; que cada individuo vive habitualmente todo el mundo. Esta proximidad de lo lejano, esta presencia de lo ausente, ha aumentado en proporción fabulosa el horizonte de cada vida.

Con lo cual matamos espacio y yugulamos tiempo. Al anularlos, los vivificamos, hacemos posible su aprovechamiento vital, podemos estar en más sitios que antes, gozar de más ideas y más venidas, consumir en menos tiempo vital más tiempo cósmico. El crecimiento sustantivo del mundo no consiste en sus mayores dimensiones, sino en que incluya más cosas.

La actividad de comprar concluye en decidirse por un objeto; pero, por lo mismo, es antes una elección, y la elección comienza por darse cuenta de las posibilidades que ofrece el mercado. De donde resulta que la vida, en su modo «comprar», consiste primeramente en vivir las posibilidades de compra como tales. Cuando se habla de nuestra vida, suele olvidarse esto, que me parece esencialísimo: nuestra vida es, en todo instante y antes que nada, conciencia de lo que nos es posible. Si en cada momento no tuviéramos delante más que una sola posibilidad, carecería de sentido llamarla así. Sería más bien pura necesidad. Pero ahí está: este extrañísimo hecho de nuestra vida posee la condición radical de que siempre encuentra ante sí varias salidas, que por ser varias adquieren el carácter de posibilidades entre las que hemos de decidir. Tanto vale decir que vivimos como decir que nos encontramos en un ambiente de posibilidades determinadas. A este ámbito suele llamarse «las circunstancias». Toda vida es hallarse dentro de la «circunstancia» o mundo. Porque este es el sentido originario de la idea «mundo». Mundo es el repertorio de nuestras posibilidades vitales. No es, pues, algo aparte y ajeno a nuestra vida, sino que es su auténtica periferia. Representa lo que podemos ser; por lo tanto, nuestra potencialidad vital.

No he hablado de la cualidad de la vida presente, sino sólo de su crecimiento, de su avance cuantitativo o potencial. Creo con ello describir rigurosamente la conciencia del hombre actual, su tono vital, que consiste en sentirse con mayor potencialidad que nunca y parecerle todo lo pretérito afectado de enanismo. 

Con más medios, más saber, más técnicas que nunca, resulta que haya habido :puramente a la deriva. De aquí esa extraña dualidad de prepotencia e inseguridad que anida en el alma contemporánea.

Un Dato Estadístico

La circunstancia es lo que de nuestra vida nos es dado e impuesto. En vez de imponernos una trayectoria, nos impone varias y, consecuentemente, nos da fuerza a elegir. Vivir es sentirse fatalmente forzado a ejercitar la libertad. Ni un solo instante se deja descansar a nuestra actividad de decisión. Inclusive cuando desesperados nos abandonamos a lo que quiera venir, hemos decidido no decidir.

Las circunstancias no deciden nuestra vida, éstas son el dilema ante el cual tenemos que tomar una decisión. Pero el que decide es nuestro carácter. Todo esto vale también para la vida colectiva, donde hay un horizonte de posibilidades, y, luego, una resolución que elige y decide el modo efectivo de la existencia colectiva.

En nuestro tiempo, domina el hombre-masa; es él quien decide. Es cuya vida carece de proyectos y va a la deriva. Por eso no construye nada, aunque sus posibilidades, sus poderes, sean enormes. Conviene, pues, que analicemos su carácter.


Comienza la Disección del Hombre-Masa

El hombre medio nunca ha podido resolver con tanta holgura su problema económico. Cada día agregaba un nuevo lujo al repertorio de su standard vital. Cada día su posición era más segura y más independiente del arbitrio ajeno. 
      
Se trata, en efecto, de una innovación radical en el destino humano, que es implantada por el siglo XIX. Se crea un nuevo escenario para la existencia del hombre, nuevo en lo físico y en lo social. El mundo que desde el nacimiento rodea al hombre nuevo no le mueve a limitarse en ningún sentido, no le presenta veto ni contención alguna, sino que, al contrario, hostiga sus apetitos, que, en principio, pueden crecer indefinidamente. Sino que ademas sugiere a sus habitantes una seguridad radical en que mañana será aún más rico, más perfecto y más amplio, como si gozase de un espontáneo e inagotable crecimiento.
      
Pero las nuevas masas se encuentran con un paisaje lleno de posibilidades y ademas seguro, y todo ello presto, a su disposición, sin depender de su previo esfuerzo, como hallamos el sol en lo alto sin que nosotros hayamos subido al hombro. Estas masas mimadas son lo bastante poco inteligentes para crecer que esa organización material y social.

Masas beneficiarias, no les preocupa más que su bienestar y al mismo tiempo son insolidarias de las causas de ese bienestar.

Vida Noble y Vida Vulgar, o Esfuerzo e Inercia

Naturalmente, vivir no es más que tratar con el mundo. Por eso insisto tanto en hacer notar que el mundo donde han nacido las masas actuales mostraba una fisonomía radicalmente nueva en la historia. Mientras en el pretérito vivir significaba para el hombre medio encontrar en derredor dificultades, peligros, escaseces, limitaciones de destino y dependencia, el mundo nuevo aparece como un ámbito de posibilidades prácticamente ilimitadas, seguro, donde no se depende de nadie. Y si la impresión tradicional decía: "Vivir es sentirse limitado y, por lo mismo, tener que contar con lo que nos limita", la voz novísima grita: "Vivir es no encontrar limitación alguna; por tanto, abandonarse tranquilamente a sí mismo. Prácticamente nada es imposible, nada es peligroso y, en principio, nadie es superior a nadie.

Esta experiencia básica modifica por completo la estructura tradicional, perenne, del hombre-masa. Porque éste se sintió siempre constitutivamente referido a limitaciones materiales y a poderes superiores sociales. 
       
Nunca el hombre-masa hubiera apelado a nada fuera de él si la circunstancia no le hubiese forzado violentamente a ello. Como ahora la circunstancia no le obliga, el eterno hombre-mas, consecuente con su índole, deja de apelar y se siente soberano de su vida. En cambio, el hombre selecto o excelente está constituido por una intima necesidad de apelar de sí mismo a una norma más allá de él, superior a él, a cuyo servicio libremente se pone. Noble significa el "conocido": se entiende el conocido de todo el mundo, el famoso, que se dado a conocer sobresaliendo sobre la masa anónima. Implica un esfuerzo insólito que motivó la fama. Equivale, pues, noble a esforzado o excelente. 
        
Para mí nobleza es sinónimo de la vida esforzada, puesta siempre a superarse a sí misma, a trascender de lo que ya es hacia los que se propone como deber y exigencia. De esta manera, la vida noble queda contrapuesta a la vida vulgar o inerte, que, estáticamente, se recluye en sí misma, condenada a perpetua inmanencia, como una fuerza exterior no la obligue a salir de sí. De aquí a que llamemos masa a este modo de ser hombre.

Conforme se avanza por la existencia, va uno hartándose de advertir que la mayor parte de los hombres -y de las mujeres- son incapaces de otro esfuerzo que el estrictamente impuesto como reacción a una necesidad externa. Son los hombres selectos, los nobles, los únicos activos y no sólo reactivos, para quienes vivir es una perpetua tensión, un incesante entrenamiento. Entrenamiento=áskesis. Son los ascetas.

Para definir al hombre-masa actual, que es tan masa como el de siempre, pero que quiere suplantar a los excelentes, hay que contraponerlo a las dos formas puras que en él se mezclan: la masa normal y el auténtico noble o esforzado.
       
Un hombre nuevo, ha metido en él formidables apetitos, poderosos medios de todo orden para satisfacerlos. Después de haber metido en él todas estas potencias, el siglo XIX lo ha abandonado a sí mismo, y entonces, siguiendo el hombre medio su índole natural, se ha cerrado dentro de sí. Que las masas son incapaces de dejarse dirigir en ningún modo. 

Porque la textura radical de su alma está hecha de homestismo e indocilidad, porque les falta de nacimiento la función de atender a lo que está más allá de ellas, sean hechos, sean personas. Querrán oír, y descubrirán que son sordas. 

El simple proceso de mantener la civilización actual es superlativamente complejo y requiere sutilezas incalculables. Mal puede gobernarlo este hombre medio que ha aprendido a usar muchos aparatos de civilización, pero que se caracteriza por ignorar de raíz los principios mismos de la civilización.

Por qué las masas intervienen en todo y por qué sólo intervienen violentamente
    
La persona se encuentra con un repertorio de ideas dentro de sí. Decide contentarse con ellas y considerarse intelectualmente completa. Al no echar de menos nada fuera de sí, se instala definitivamente en aquel repertorio. He ahí el mecanismo de la obliteración.

Un hombre de selección, para sentirse perfecto, necesita ser especialmente vanidoso, y la creencia en su perfección no está consustancialmente unida a él, no es ingenua, sino que llega de su vanidad, y aun para él mismo tiene un carácter ficticio, imaginario y problemático. Por eso el vanidoso necesita de los demás, busca en ellos la confirmación de la idea que quiere tener de sí mismo. En cambio, al hombre mediocre de nuestros días, al nuevo Adán, no se le ocurre dudar de su propia plenitud. El hermetismo nato de su alma le impide lo que sería condición previa para descubrir su insuficiencia: compararse con otros seres. Compararse sería salir un rato de sí mismo y trasladarse al prójimo.
       
No se trata de que el hombre-masa sea tonto. Por el contrario, el cual es más listo, tiene más capacidad intelectiva que el de ninguna otra época. Pero esa capacidad no le sirve de nada; en rigor, la vega sensación de poseerla le sirve sólo para cerrarse más en sí y no usarla. De una vez para siempre consagra el sí y no usarla. De una vez para siempre consagra el surtido de tópicos, prejuicios, cabos de ideas o, simplemente vocablos hueros que el azar ha amontonado en su interior, y con una audacia que sólo por la inseguridad se explica, los impondrá dondequiera.
      
Hoy, en cambio, el hombre medio tiene las "ideas" más taxativas sobre cuanto acontece y debe acontecer en el universo. Por eso ha perdido el uso de la audición. Ya no es sazón de escuchar, sino, al contrario, de juzgar, de sentenciar, de decidir. 

Las "ideas" de este hombre medio no son auténticamente ideas, ni su posesión en cultura. La idea es un jaque a la verdad. Quien quiera tener ideas necesita antes disponerse a querer la verdad y a aceptar las reglas de juego que ella imponga. No hay cultura donde no hay normas a que nuestros prójimos puedan recurrir. No hay cultura donde no hay principios de legalidad civil a que apelar. No hay cultura donde no hay acatamiento de ciertas últimas posiciones intelectuales a que referirse en la disputa. No hay cultura cuando no preside a las relaciones económicas un régimen de tráfico bajo el cual ampararse. No hay cultura donde las polémicas estéticas no reconocen la necesidad de justificar la obra de arte.
         
El más y el menos de cultura se mide por la mayor o menor precisión de las normas. Donde hay poca, regulan éstas la vida sólo grosso modo; donde hay mucha, penetran hasta el detalle en el ejercicio de todas las actividades. 

Bajo las especies de sindicalismo y fascismo aparece por primera vez en Europa un tipo de hombre que no quiere dar razones ni quiere tener razón, sino que, sencillamente, se muestra resuelto a imponer sus opiniones. He aquí lo nuevo: el derecho a no tener razón, la razón de la sinrazón. Yo veo en ello la manifestación más palpable del nuevo modo de ser las masas, por haberse resuelto a dirigir la sociedad sin capacidad para ello.
              
Nada acusa con mayor claridad la fisonomía del presente como el hecho de que vayan siendo tan pocos los países donde existe la oposición. En casi todos una masa homogénea pesa sobre el poder público y aplasta, aniquila todo grupo opositor. La masa no desea la convivencia con lo que no es ella.

Primitivismo y Técnica
                             
El hombre-masa no atiende a razones, y sólo aprende en su propia carne. 

Mientras evidentemente todas las demás cosas de la cultura se han vuelto problemáticas, hay una que cada día comprueba, de la manera más indiscutible y más propia para hacer efecto al hombre-masa, su maravillosa eficiencia: la ciencia empírica.

Primitivismo e historia
             
La naturaleza está siempre ahí. Se sostiene a sí misma. En ella, en la selva, podemos impunemente ser salvajes.

Todo lo primitivo es selva, el hombre medio actual. No le interesan los valores fundamentales de la cultura, no se hace solidario de ellos, no está dispuesto a ponerse a su servicio. La civilización, cuanto más avanza, se hace más compleja y más difícil. Este desequilibrio entre la sutileza complicada de los problemas y de las mentes será cada vez mayor si no se pone remedio, y constituye la más elemental tragedia de la civilización.
         
Civilización avanzada es una y misma cosa con problemas arduos. De aquí que cuanto mayor sea el progreso, más en peligro está. El saber histórico es una técnica de primer orden para conservar y para continuar una civilización provecta. En su último tercio se inició la involución, el retroceso a la barbarie; esto es, a la ingenuidad y primitivismo de quien no tiene u olvida su pasado. 

La Época del Señor "Señorito Satisfecho"
           
Si atendiendo a los efectos de vida pública se estudia la estructura psicológica de este nuevo tipo de hombre-masa, Se encuentra lo siguiente:

1. Una impresión nativa y radical de que la vida es fácil, sobada, sin limitaciones trágicas; por tanto, cada individuo medio encuentra en sí una sensación de dominio y triunfo que,
2. le invita a afirmarse a si mismo tal cual es, a dar por bueno y completo su haber moral e intelectual. Este contentamiento consigo le lleva a cegarse para toda instancia exterior, a no escuchar, a no poner en tela de juicio sus opiniones y a no contar con los demás. Su sensación íntima de dominio le incita constantemente a ejercer predominio. Actuará, pues, como si sólo él y sus congéneres existieran en el mundo; por tanto, 
3. intervendrá en todo imponiendo su vulgar opinión, sin miramientos, contemplaciones, trámites ni reservas; es decir, según un régimen de "acción directa".
             
Este repertorio de facciones nos hizo penar en ciertos modos deficientes de ser hombre, como el "niño mimado" y el primitivo rebelde; es decir, el bárbaro.

Este personaje, que ahora anda por todas partes y dondequiera impone su barbarie intima, es, en efecto, el niño mimado de la historia humana. El niño mimado es el heredero que se comporta exclusivamente como heredero. Se halla al nacer instalado, de pronto y sin saber cómo, en medio de su riqueza y de sus prerrogativas. Está condenado a representar al otro, por tanto, a no ser ni él mismo. Su vida pierde, inexorablemente, autenticidad, y se convierte en pura representación o ficción de otra vida. La sobra de medios que está obligado a manejar no le deja vivir su propio y personal destino, atrofia su vida. Ahora la herencia es la civilización. 
             
Pues bien, la civilización del siglo XIX es de índole tal que permite al hombre medio instalarse en un mundo sobrado, del cual percibe sólo la superabundancia de medios, pero no las angustias. Se encuentra rodeado de instrumentos prodigiosos, de medicinas benéficas, de Estados previsores, de derechos cómodos. Ignora, en cambio, lo difícil que es inventar estas medicinas e instrumentos y asegurar para el futuro su producción; no advierte lo inestable que es la organización del Estado, y apenas si siente dentro de sí obligaciones. La forma más contradictoria de la vida humana que puede aparecer en la vida humana es el "señorito satisfecho".
           
Esto, pienso, hace ver con suficiente claridad la anormalidad superlativa que representa el "señorito satisfecho". Porque es un hombre que ha venido a la vida para hacer lo que le dé la gana. En efecto, esta ilusión se hace el "hijo de familia". Pero el "señorito" es el que cree poder comportarse fuera de casa como en casa, el que cree que nada es fatal, irremediable e irrevocable. Por eso cree que puede hacer lo que le dé la gana. 

Pues bien: "el señorito satisfecho" se caracteriza por "saber" que ciertas cosas no pueden ser y, sin embargo, y por lo mismo, fingir con sus actos y palabras la convicción contraria. El fascista se movilizará con ésta no faltará nunca a la postre y en serio, sino que está ahí. Irremediablemente, en la sustancia misma de la vida europea, y que en ella se recaerá siempre que la verdad haga falta, a la hora de la seriedad.

La Barbarie del "Especialismo"
            
La tesis era que la civilización del siglo XIX ha producido automáticamente el hombre-masa. 

Esta civilización del siglo XIX, decía yo, puede resumirse en dos grandes dimensiones: democracia liberal y técnica. La técnica contemporánea nace de la copulación entre el capitalismo y la ciencia experimental. 

La burguesía ejerce el poder social hoy en día.

El hombre de ciencia actual es el prototipo el hombre-masa. Y no por casualidad, ni por defecto unipersonal de cada hombre de ciencia, sino porque la ciencia misma lo convierte automáticamente en hombre-masa; es decir, hace de él un primitivo, un bárbaro moderno.
             
Sería de gran interés, y mayor utilidad que la aparente a primera vista, hacer una historia de las ciencias físicas y biológicas mostrando el proceso de creciente especialización en la labor de los investigadores. Ella haría ver cómo, generación tras generación, el hombre de ciencia ha ido constriñéndose, recluyéndose, en un campo de ocupación intelectual cada vez más estrecho. 

La ciencia experimental ha progresado en buena parte merced al trabajo de hombres fabulosamente mediocres, y aun menos que mediocres. Es decir, que la ciencia moderna, raíz y símbolo de la civilización actual, da acogida dentro de sí al hombre intelectualmente medio y le permite operar con buen éxito. 
         
El especialista nos sirve para concretar enérgicamente la especie y hacernos ver todo el radicalismo de su novedad. En sabios e ignorantes, en más o menos sabios, pero el especialista no puede ser subsumido bajo ninguna de esas dos categorías.

El especialismo, pues, que ha hecho posible el progreso de la ciencia experimental durante un siglo, se aproxima a una etapa en que no podrá avanzar por sí mismo si no se encarga una generación, mejor de construirle un nuevo asador más provechoso.

El Mayor Peligro, el Estado

En una buena ordenación de las cosas públicas, la masa es lo que no actúa por sí misma. Tal es su misión. Ha venido al mundo para ser dirigida, influida, representada, organizada -hasta para dejar de ser masa o, por lo menos, aspirar a ello-. Pero no ha venido al mundo para hacer todo eso por sí. Necesita referir su vida a la instancia superior, constituida por las minorías excelentes.

La única cosa que sustancialmente y con verdad puede llamarse rebelión es la que consiste en no aceptar cada cual su destino, en rebelarse contra sí mismo

Este es el mayor peligro que hoy amenaza a la civilización: la estatificación de la vida, el intervencionismo del Estado, la absorción de toda espontaneidad histórica, que en definitiva sostiene, nutre y empuja los destinos humanos. Cuando la masa siente alguna desventura. Todo por le Estado; nada fuera del Estado; nada contra el Estado. Bastaría esto para descubrir en el fascismo un típico movimiento de hombre-mas.

Segunda Parte: ¿Quién manda en el Mundo?

¿Quién manda en el Mundo?

La civilización europea ha producido automáticamente la rebelión de las masas. Esta rebelión es una y misma cosa con el crecimiento fabuloso que la vida humana ha experimentado en nuestro tiempo.

1.

La sustancia o índole de una nueva época histórica es resultante de variaciones  internas del hombre y su espíritu formales y como mecánicas.

Pero desde el siglo XVI ha entrado la humanidad toda en un proceso gigantesco de unificaron que en nuestros días ha llegado a su término insuperable. Europa mandaba, y bajo su unidad de mando el mundo vivía con un estilo unitario, o al menos progresivamente unificado.

El primer Estado fue la Iglesia. De la Iglesia aprende el poder político que él también no es originariamente sino poder espiritual, vigencia de ciertas ideas, y se crea el Sacro Romano Imperio.

Tanto vale, pues, decir: en tal fecha manda tal hombre, tal pueblo o tal grupo homogéneo de pueblos, como decir: en tal fecha predomina en el mundo tal sistema de opiniones ideas, preferencias, aspiraciones, propósitos.

Durante varios siglos ha mandado en el mundo Europa, un conglomerado de pueblos con espíritu afín. En la Edad Media no mandaba nadie en el mundo temporal. Es lo que ha pasado en todas las edades medias de la historia. Por eso representa siempre un relativo caos y una relativa barbarie, un déficit de opinión. Son tiempos en que se ama, se odia, se ansía, se repugna, y todo ello en gran medida. Pero, en cambio, se opina poco.

2.

La pura verdad es que en el mundo pasa en todo instante y, por lo tanto, ahora, infinidad de cosas.

Creemos que la razón, el concepto, es un instrumento doméstico del hombre, que éste necesita y usa para aclarar su propia situación en medio de la infinita y archiproblemática realidad que es su vida hombre-masa, y he hecho notar que su principal característica consiste en que, sintiéndose vulgar, proclama el derecho a la vulgaridad y se niega a reconocer instancias superiores a él.

También hay, relativamente, pueblos-masa resueltos a rebelarse contra los grandes pueblos creadores, minoría de estirpes humanas, que han organizado la historia. Es verdaderamente cómico contemplar cómo esta o la otra republiquita, desde su perdido rincón, se pone sobre la punta de sus pies e increpa a Europa y declara su cesantía en la historia universal.

Esta es la primera consecuencia que sobreviene cuando en el mundo deja de mandar alguien: que los demás, al rebelarse, se quedan sin tarea, sin programa de vida.

3.

Los mandamientos europeos han perdido vigencia sin que otros se vislumbren en el horizonte. Europa -se dice deja de mandar, y no se ve quién pueda sustituirla y esta es la pura verdad. Por Europa se entiende, ante todo y propiamente, la trinidad Francia, Inglaterra, Alemania. En la región del globo que ellas ocupan ha madurado el módulo de existencia humana conforme al cual ha sido organizado el mundo. Si, como ahora se dice, esos tres pueblos están en decadencia y su programa de vida ha perdido validez, no es extraño que el mundo se desmoralice.

Todo el mundo -naciones, individuos- está desmoralizado. Durante una temporada esta desmoralización divierte y hasta vagamente ilusiona.

Europa ya no manda. Mandar es dar quehacer a las gentes, meterlas en su destino, en su quicio: impedir su extravagancia, la cual suele ser vagancia, vida vacía, desolación.


El camouflage es, por esencia, una realidad que no es la que parece. Su aspecto oculta, en vez de declarar, su sustancia. Por eso engaña a la mayor parte de las gentes. Sólo se puede librar de la equivocación que el camouflage produce quien sepa de antemano y en general que el camouflage existe. Lo mismo pasa con el espejismo. El concepto corrige a los ojos.

En todo hecho de camouflage histórico hay dos realidades que se superponen: una profunda, efectiva, sustancial; otra aparente, accidental y de superficie. Los pueblos nuevos no tienen ideas. Cuando crecen en un ámbito donde existe o acaba de existir una vieja cultura, se embozan en la idea que ésta les ofrece.

4.

Si el hombre fuese un ser solitario que accidentalmente se halla trabado en convivencia con otros, acaso permaneciese intacto de tales repercusiones, originadas en los desplazamientos y crisis del imperar, del Poder. Pero como es social en su más elemental textura, queda trastornado en su índole privada por mutaciones que en rigor sólo afectan inmediatamente a la colectividad. De aquí que si se toma aparte un individuo y se le analiza, cabe colegir, sin más datos, cómo anda en su país la conciencia de mando y obediencia.

No hay, pues, nada extraño en que bastara una ligera duda, una simple vacilación sobre quién manda en el mundo, para que todo el mundo -en su vida pública y en su vida privada- haya comenzado a desmoralizarse.

Estos años asistimos al gigantesco espectáculo de innumerables vidas humanas que marchan perdidas en el laberinto de sí mismas por no tener a qué entregarse. Todos los imperativos, todas las órdenes, han quedado en suspenso. Parece que la situación debía ser ideal, pues cada vida queda en absoluta franquía para hacer lo que le venga en gana, para vacar a sí misma. Lo mismo cada pueblo. Europa ha aflojado su presión sobre el mundo. Pero el resultado ha sido contrario a lo que podía esperarse. Librada a sí misma, cada vida se queda en sí misma, vacía, sin tener qué hacer. Y como ha de llenarse con algo, se finge frívolamente a sí misma, se dedica a falsas ocupaciones, que nada íntimo, sincero, impone. Hoy es una cosa; mañana, otra, opuesta a la primera. Está perdida al encontrarse sola consigo. El egoísmo es laberíntico. Se comprende. Vivir es ir disparado hacia algo, es caminar hacia una meta.

El mando consiste en una presión que se ejerce sobre los demás. Pero no consiste sólo en esto. Si fuera esto sólo, sería violencia. No se olvide que mandar tiene doble efecto: se manda a alguien, pero se le manda algo. Y lo que se le manda es, a la postre, que participe en una empresa, en un gran destino histórico. Por eso no hay imperio sin programa de vida, precisamente sin un plan de vida imperial.

La vida creadora es vida enérgica, y esta sólo es posible en una de estas dos situaciones: o siendo uno el que manda, o hallándose alojado en un mundo donde manda alguien a quien reconocemos pleno derecho para tal función; o mando yo, u obedezco. Pero obedecer no es aguantar — aguantar es envilecerse — sino, al contrario, estimar al que manda y seguirlo, solidarizándose con él, situándose con fervor bajo el ondeo de su bandera.

5.

Al hecho, tan curioso, de que en el mundo se hable estos años tanto sobre la decadencia de Europa. La idea ha tenido buena prensa, y hoy todo el mundo habla de la decadencia europea como de una realidad inconcusa.

Esas fronteras fatales de la Economía actual alemana, inglesa, francesa, son las fronteras políticas de los Estados respectivos. La dificultad auténtica no radica, pues, en este o en el otro problema económico que esté planteado, sino en que la forma de vida pública en que habían de moverse las capacidades económicas es incongruente con el tamaño de éstas. El pesimismo, el desánimo que hoy pesa sobre el alma continental, se parece mucho al del ave de ala larga que al batir sus grandes remeras se hiere contra los hierros del jaulón.

Europa se ha hecho en forma de pequeñas naciones. En cierto modo, la idea y el sentimiento nacionales han sido su invención más característica. Y ahora se ve obligada a superarse a sí misma.

6.

Griegos y latinos aparecen en la historia alojados, como abejas en su colmena, dentro de urbes, de poleis. Este es un hecho que en estas páginas necesitamos tomar como absoluto y de génesis misteriosa; un hecho del que hay que partir sin más. Porque, en efecto, la definición más certera de lo que es la urbe y la polis se parece mucho a la que cómicamente se da del cañón: toma usted un agujero, lo rodea de alambre muy apretado, y eso es un cañón. Pues lo mismo, la urbe o polis comienza por ser un hueco: el foro, el ágora; y todo lo demás es pretexto para asegurar este hueco, para delimitar su entorno. La polis no es, primordialmente, un conjunto de casas habitables, sino un lugar de ayuntamiento civil, un espacio acotado para funciones públicas. La urbe no está hecha, como la cabaña o el domus, para cobijarse de la intemperie y engendrar, que son menesteres privados y familiares, sino para discutir sobre la cosa pública.

Hasta Alejandro y César, respectivamente, la historia de Grecia y de Roma consiste en la lucha incesante entre esos dos espacios: entre la ciudad racional y el campo vegetal, entre el jurista y el labriego, entre el ius y el rus.

El Estado-ciudad, por la relativa parvedad de sus ingredientes, permite ver claramente lo específico del principio estatal. Por una parte, la palabra Estado indica que las fuerzas históricas consiguen una combinación de equilibrio, de asiento. En este sentido significa lo contrario de movimiento histórico: el Estado es convivencia estabilizada, constituida, estática.

No hay creación estatal si la mente de ciertos pueblos no es capaz de abandonar la estructura tradicional de una forma de convivencia y, además, de imaginar otra nunca sida. Por eso es auténtica creación. El Estado comienza por ser una obra de Imaginación absoluta. La imaginación es el poder libertador que el hombre tiene. Un pueblo es capaz de Estado en la medida en que sepa imaginar.

Nos importa mucho a los europeos de hoy recordar esta historia, porque la nuestra ha llegado al mismo capítulo.

7.

Todas las cosas de que habla la ciencia, sea ella la que quiera, son abstractas, y las cosas abstractas son siempre claras. De suerte que la claridad de la ciencia no está tanto en la cabeza de los que la hacen como en las cosas de que hablan. Lo esencialmente confuso, intrincado, es la realidad vital concreta, que es siempre única. El individuo trata de interceptar su propia visión de lo real, de su vida misma. Porque la vida es por lo pronto un caos donde uno está perdido. El hombre lo sospecha; pero le aterra encontrarse cara a cara con esa terrible realidad y procura ocultarla con un telón fantasmagórico, donde todo está muy claro.

El que no se siente de verdad perdido se pierde inexorablemente; es decir, no se encuentra jamás, no topa nunca con la propia realidad.

La salud de las democracias, cualquiera que sean su tipo y su grado, depende de un mísero detalle técnico: el procedimiento electoral. todo lo demás es secundario. Si el régimen de comicios es acertado, si se ajusta a la realidad, todo va bien; si no, aunque el resto marche óptimamente, todo va mal. Roma, al comenzar el siglo I antes de Cristo, es omnipotente, rica, no tiene enemigos delante. Sin embargo, está a punto de fenecer porque se obstina en conservar un régimen electoral estúpido. Un régimen electoral es estúpido cuando es falso. Había que votar en la ciudad. Ya los ciudadanos del campo no podían asistir a los comicios. Pero mucho menos los que vivían repartidos por todo el mundo romano. Como las elecciones eran imposibles, hubo que falsificarlas, y los candidatos organizaban partidas de la porra que se encargaban de romper las urnas.
César no ha explicado nunca su política, sino que se entretuvo en hacerla. Daba la casualidad de que era precisamente César, y no el manual de cesarismo que suele venir luego. No tenemos más remedio, si queremos entender aquella política, que tomar sus actos y darle su nombre.

Constituían el poder los republicanos, es decir, los conservadores, los fieles al Estado-ciudad. Su política puede resumirse en dos cláusulas: 

1. Los trastornos de la vida pública romana provienen de su excesiva expansión. La ciudad no puede gobernar tantas naciones. Toda nueva conquista es un delito de lesa república. 
2. Para evitar la disolución de las instituciones es preciso un principe.

El Estado empieza cuando se obliga a convivir a grupos nativamente separados. Esta obligación no es desnuda violencia, sino que supone un proyecto iniciativo, una tarea común que se propone a los grupos dispersos. Antes que nada es el Estado proyecto de un hacer y programa de colaboración. Se llama a las gentes para que juntas hagan algo. El Estado no es consanguinidad, ni unidad lingüística, ni unidad territorial, ni contigüidad de habitación.

El Estado-ciudad era una idea muy clara, que se veía con los ojos de la cara. Pero el nuevo tipo de unidad pública que germinaba en gales y germanos, la inspiración política de Occidente, es cosa mucho más vaga y huidiza.

Ni la sangre ni el idioma hacen al Estado nacional; antes bien, es el Estado nacional quien nivela las diferencias originarias del glóbulo rojo y su articulado. Y siempre ha acontecido así. Pocas veces, por no decir nunca, habrá el Estado coincidido con una identidad previa de sangre o idioma.

Las fronteras han servido para consolidar en cada momento la unificación política ya lograda. No han sido, pues, principio de la nación, sino al revés; al principio fueron estorbo, y luego, una vez allanadas, fueron medio material para asegurar la unidad.

La unificación estatal no pasó nunca de mera articulación entre los grupos que permanecieron externos y extraños los unos a los otros. Por eso el Imperio amenazado no pudo contar con el patriotismo de los otros y hubo de defenderse exclusivamente con sus medios burocráticos de administración y de guerra.

Es curioso notar que al definir la nación fundándola en una comunidad de pretérito se acaba siempre por aceptar como la mejor la fórmula de Renán, simplemente porque en ella se añade a la sangre, el idioma y las tradiciones comunes un atributo nuevo, y se dice que es un plebiscito cotidiano.

8.

Esa idea de que la nación consiste en un plebiscito cotidiano opera sobre nosotros como una liberación. Sangre, lengua y pasado comunes son principios estáticos, fatales, rígidos, inertes: son prisiones. Si la nación consistiese en eso y en nada más, la nación sería una cosa situada a nuestra espalda, con lo cual no tendríamos nada que hacer. La nación sería algo que se es, pero no algo que se hace. Ni siquiera tendría sentido defenderla cuando alguien la ataca.

El Estado nacional representaría un principio estatal más próximo a la pura idea de Estado que la antigua polis o que la «tribu» de los árabes, circunscrita por la sangre.

Veo, pues, en el Estado nacional una estructura histórica de carácter plebiscitario. Renán encontró la mágica palabra, que revienta de luz. Ella nos permite vislumbrar catódicamente el entresijo esencial de una nación, que se compone de estos dos ingredientes: primero, un proyecto de convivencia total en una empresa común; segundo, la adhesión de los hombres a ese proyecto incitativo. Esta adhesión de todos engendra la interna solidez que distingue al Estado nacional de todos los antiguos, en los cuales la unión se produce y mantiene por presión externa del Estado sobre los grupos dispares, en tanto que aquí nace el vigor estatal de la cohesión espontánea y profunda entre los súbditos.

Otra cosa mostraría claramente ese estudio: las empresas estatales de los antiguos, por lo mismo que no implicaban la adhesión de los grupos humanos sobre que se intentaban, por lo mismo que el Estado propiamente tal quedaba siempre inscrito en una limitación fatal - tribu o urbe-, eran prácticamente ilimitadas. Un pueblo -el persa, el macedón y el romano podían someter a unidad de soberanía cualesquiera porciones del planeta. Como la unidad no era auténtica, interna ni definitiva, no estaba sujeta a otras condiciones que a la eficacia bélica y administrativa del conquistador.

9.

Apenas las naciones de Occidente perciben su actual perfil, surge en torno de ellas y bajo ellas, como un fondo, Europa. Es esta la unidad de paisaje en que van a moverse desde el Renacimiento, y ese paisaje europeo son ellas mismas, que sin advertirlo empiezan ya a abstraer de su belicosa pluralidad.

Si hoy hiciésemos balance de nuestro contenido mental -opiniones, normas, deseos, presunciones-, notaríamos que la mayor parte de todo eso no viene al francés de su Francia, ni al español de su España, sino del fondo común europeo.

Pero ahora se abre otra vez el horizonte hacia nuevas líneas incógnitas, puesto que no se sabe quién va a mandar, cómo se va a articular el poder sobre la tierra.

Todo el mundo percibe la urgencia de un nuevo principio de vida. Mas -como siempre acontece en crisis parejas- algunos ensayan salvar el momento por una intensificación extremada y artificial precisamente del principio caduco. Este es el sentido de la erupción nacionalista en los años que corren.

Se Desemboca en la Verdadera Cuestión

Europa se ha quedado sin moral. No es que el hombre-masa menosprecie una anticuada en beneficio de otra emergente, sino que el centro de su régimen vital consiste precisamente en la aspiración a vivir sin supeditarse a moral ninguna. No creáis una palabra cuando oigáis a los jóvenes hablar de la "nueva moral". Niego rotundamente que exista hoy en ningún rincón del continente grupo alguno informado por un nuevo ethos que tenga visos de una moral. Cuando se habla de la "nueva", no se hace sino cometer una inmoralidad más y buscar el medio más cómodo para meter contrabando.

Por esta razón, fuera una ingenuidad echar en cara al hombre de hoy su falta de moral. La imputación le traería sin cuidado, o, más bien, le halagaría

Esta esquividad para toda obligación explica, en parte, el fenómeno, entre ridículo y escandaloso, de que se haya hecho en nuestros días una plataforma de la juventud como tal. Quizá no ofrezca nuestro tiempo rasgo más grotesco. Las gentes, cómicamente, se declaran jóvenes porque han oído que el joven tiene más derechos que obligaciones, ya que puede demorar el cumplimiento de éstas hasta las calendas griegas de la madurez. Siempre el joven, como tal, se ha considerado eximido de hacer o haber hecho ya hazañas. Siempre ha vivido de crédito. Esto se halla en la naturaleza de lo humano.

En este ensayo se ha querido dibujar un cierto tipo de europeo, analizando sobre todo su comportamiento frente a la civilización misma en que ha nacido. Había de hacerse así porque ese personaje no representa otra civilización que luche con la antigua, sino una mera negación, negación que oculta un efectivo parasitismo. El hombre-masa está aún viviendo precisamente de lo que niega y otros construyeron o acumularon. 

Clases sobre el Hombre-Masa

El hombre es:
  • Un animal racional.
  • Un ser social por naturaleza.
  • Un ser que posee inteligencia y voluntad.
El hombre-masa es:
  • Reactivo.
  • Alguien a quien no le interesa nada; sólo se interesa en sí mismo.
  • No tiene pensamiento propio.
El hombre-masa es propenso a basar su vida en torno a cosas banales, a dedicarse a cultivar lo exterior antes de lo interior. Éste necesita vivir bajo una autoridad, esperando a que se le impongan las cosas. Además es conformista, autosuficiente y busca calzar en la sociedad con una personalidad bastante común.

¿Qué es Masa?

Es un hecho psicológico, cualitativo. Persona que no se valora y es conformista. Según Ortega y Gasset es un hombre genérico, que se repite; no se diferencia de los demás.

¿Cómo surge la Sociedad de las Masas?

A finales del Siglo XIX se presenta un gran desarrollo. En Europa se da un aumento de la población bastante significativo. Se consagra la superioridad de Europa sobre el resto del mundo.

El hombre buscaba saciarse, no existía limitación alguna. Omnímoda facilidad material y seguridad económica, a las que se le agregan el comfort y el orden público.

Opinión Personal

Luego de revisar esta amplia guía, llegamos a la conclusión de que se refiere muy poco a lo relacionado con la carrera de Comunicación Social, consideramos todo este material como algo más esencial para la vida.

Pienso, en base a todo lo expuesto en esta entrada, que ser un hombre-masa es algo malo, en lo que ningún ser humano debería caer. Todos los hombres deberíamos vivir cuidando el no convertirnos en un hombre-masa, pues eso afecta nuestra integridad personal, nuestro desarrollo, y por consecuencia, el desarrollo de la sociedad y de nuestro entorno.

Anexos de Interés

A continuación presentamos una serie de imágenes y videos que servirán de apoyo para comprender mejor y complementar todo lo expuesto en esta entrada.


Aquí se muestra cómo actuarían los Hombres-Masa




Un breve video. Infantil, pero bastante útil y explicativo.



Un video que explica de una forma bastante amena el libro de Ortega y Gasset, en el cual nos basamos para realizar esta entrada.

Objetividad Periodística: Saber Dar en el Blanco - Mary Kelzi Azrak y Antonio José Montilla Zapata

El Sustento de la Objetividad

Aunque sea difícil conocer la verdad, no se niega la posibilidad de que el hombre pueda llegar a ella. Una vez conocida esta realidad, la persona cambia, queda impresionada. Encontrar la verdad supone una sorpresa, esto justifica la tendencia del hombre a querer conocer la verdad, porque lo satisface.


La verdad ayuda a liberar al hombre, de las ignorancias y los prejuicios. Se sabe que alcanzarla no es fácil, pues se sabe que se pueden presentar algunos obstáculos, tales como los perjuicios y la concepción errada de lo que es la verdad. Al superar dichos obstáculos, conseguimos tener un "espíritu crítico".


El informador, tiene que ser una persona capacitada y no una cualquiera. Por esto, la preparación integral en un comunicador es sumamente importante.

¿Qué es la Verdad?

La palabra "verdad" procede del sustantivo latino veritas (ajuste). Mientras que en griego la palabra alétheia, es entendida como verdad o descubrimiento, que se podruce al conocer el ser de las cosas.

Según Santo Tomás de Aquino, la verdad es una relación directa entre la mente de la persona y el objeto a conocer, ya que el intelecto se adapta a esa realidad y la percibe tal cual es.

Este proceso consiste en una adecuación entre lo que está fuera del sujeto, es decir la realidad objetiva, y lo que está dentro, sus pensamientos o juicios. No se puede hablar de verdad sino se habla de un sujeto que conoce o por lo menos, de un sujeto que es capaz de conocer y al mismo tiempo de algo real objetivamente que puede ser objeto de conocimiento. Se habla de verdad cuando nuestro conocimiento coincide con lo que las cosas realmente son. Si la realidad es única, la verdad también tiene que serlo: las cosas son de un modo determinado o no son. La verdad, por tanto, es única.

En momentos la realidad se presenta más fácil y con más evidencias sobre un hecho. El hombre debe presentarse ante la realidad con una disposición de conocerla y dejando de lado sus prejuicios.

Información y Verdad

Hablamos de verdad informativa al referirnos a esa estrecha relación entre información y verdad. 

La información debe incluir la verdad, de lo contrario, deja de serlo. La verdad informativa tiene como fin último a los hombres por ser los protagonistas de la verdad a difundir y los receptores de la misma. Este aspecto debe ser tomado en cuenta por los comunicadores en su quehacer informativo, porque se dirigen a personas y no a meros objetos pasivos.

La cosa no está en decir la verdad, sino en cómo se hace. A pesar de que los informadores manejan algunas herramientas que les facilitan el acceso a la verdad, no se logra un conocimiento absoluto, pues el hombre es limitado y la realidad es tan compleja que es imposible saberlo todo sobre algo concreto. Esa conquista de la verdad no puede darse en un plano inmediato e individual, es necesaria la constante labor mancomunada de todos los que laboran en los medios de comunicación social.

Un comunicador social es aquel que es habitual conocedor de verdades palmarias y evidentes que circulan ante sus avezados ojos, pero ha de estar sólo preocupado por mejorar las técnicas para hacerlas llegar a otros, de forma rápida y eficaz.

Estados de la Mente ante la Verdad

Son los diferentes grados de conocimiento que el hombre tiene de aquello que lo rodea. Estos estados son: certeza, duda, opinión, fe y error. Suponen un apego a lo que es real para que el conocimiento sea más objetivo.

La Certeza

Es el estado de la mente que se adhiere firmemente y sin ningún temor a una verdad. Es algo subjetivo: aceptar algo como verdad significa tener un "juicio consciente y seguro" sobre aquello que se está conociendo.  La certeza no es lo mismo que la verdad, la verdad se encuentra en esa adecuación entre lo subjetivo y lo objetivo. La verdad es causa de la certeza y no al contrario.

Se da propiamente a certeza cuando el entendimiento se apega a una proposición verdadera. El periodista siempre tiene certeza física y moral, para que exista certeza se necesita una evidencia.

La Opinión

La certeza se ha tratado de mezclar y confundir con la opinión. En muchas ocasiones, la opinión de una fuente es considerada como verdad; por tanto, se puede incurrir en el error de pensar que todo aquello que revele la fuente de información es considerado como cierto y por tanto publicable.

La opinión se da cuando el entendimiento se adhiere una parte de la contradicción con temo a la verdad de la opuesta. Es decir, cuando al sujeto se le presentan dos o más alternativas sobre un hecho, su entendimiento tiene mayor tendencia a una de ellas, al adherirse a alguna de las partes, está manifestando su opinión frente a la verdad. Los periodistas paras ser objetivos deben presentar la público la certeza como certeza y la opinión como opinión.

El llamado es a que todos los hombre profundicen cada día más en los problemas de la realidad, para que las opiniones sean cada vez más sólidas y se pueda aproximar a la verdad de las cosas.

La Duda

Es el estado de la mente en el que el intelecto fluctúa entre la afirmación y la negación, sin inclinarse más a un extremo que al otro.


Esa inseguridad que representa para el hombre, puede tener implicaciones en su calidad de vida porque lo priva de la estabilidad y equilibrio que se consigue con la certeza.

Ésta representa un obstáculo al momento de publicar informaciones. Pero también se puede considerar como un motor que despierta esa necesidad de no permanecer en las tinieblas y encontrar la luz que representa la verdad.

La Fe

Es un tipo de certeza que se basa en la autoridad del testigo manifestada por la evidencia de la credibilidad, es decir, que se confía en lo que el otro afirma, sin temor a equivocarse.

Se dice que también es una posición que asume el intelecto frente a la verdad que le presenta otro ser humano.

El periodismo no puede fundamentarse en ésta, debido a que al creer ciegamente se convierte en credulidad.

El Error

Consiste en hacer un juicio falso acerca de algo que se ignora. O cuando afirmamos lo falso como verdadero. El error siempre supondrá un querer llegar a la verdad.

Constituye un obstáculo para el hombre en su búsqueda de la verdad.

Posturas Epistemológicas: Objetivismo y Subjetivismo

Se dice que cada quien posee su propia verdad; a esto se le suma la influencia del positivismo, se pretende imponer el conocimiento de toda realidad.

Dos extremos que han existido y existen en el periodismo, y que de alguna manera plantean erróneamente la concepción de verdad.

Objetivismo e Influencia Positivista

Se ha querido separar los hechos de las opiniones, y así darle prioridad al objeto por encima del sujeto.

La GER define el objetivismo como aquella doctrina que reconoce a los objetos del mundo exterior por encima del sujeto, esta corriente pertenece al siglo XX.

Este objetivismo vino a acentuarse mucho más cuando el positivismo se adueñó de sus postulados, pero ya planteado un pragmatismo que sólo pertenece a lo empírico o medible.

El llamado positivismo cierra por completo todo aquello que es referente a lo subjetivo, es decir, hay una exclusión del sujeto mismo: por lo que los hechos sensibles son los únicos admisibles como verdad. Esta es una concepción errada que se aplica al periodismo, pues los hechos no se pueden considerar como la única medida de las cosas, ya que estos necesitan la intervención de las personas para poder tener importancia.


¿Qué es positivismo? Es una corriente de pensamiento que consiste en atenerse tan sólo a los "hechos" y considerar como tales sólo a los captados por los sentidos y capaces de ser sometidos a una verificación cuantitativa. Las expresiones del hombre, y aquí entra el periodismo objetivista, no son más que una pérdida de tiempo.

El periodista tiene que convertirse en un transmisor de la realidad pura, el periodismo entendido así no se le puede llamar "periodismo", pues los hechos requieren una contextualización.

El periodista debe aprehender los hechos, entenderlos, contextualizarlos y comunicarlos para que el receptor la entienda mejor.


Por ese afán de tener certeza absoluta, se acaba por ahogar la verdad.

Vigente Subjetivismo

Esta corriente es entendida como la supremacía de lo opinable como verdad, por lo que toda afirmación tiene el valor de una opinión. Aquí comienzan los errores fundamentales de estas premisas, pues se pretende reducir los temas a simples percepciones que se tienen de ellos.

El escepticismo es considerado como aquella postura donde se niega que se pueda conocer la verdad, por lo tanto, lo que sea verdad no importa pues simples percepciones. El relativismo es una modalidad del escepticismo que se aplica sobre todo a las verdades prácticas y éticas.

El periodista debe aceptar cualquier tipo de postura , pues no existen valores absolutos sino los que impone cada persona o grupo social. Los periodistas deben evitar caer en el juego del subjetivismo. En este sentido, es importante que el informador sepa seleccionar la fuente y mostrar la opinión como opinión, y la certeza como certeza.

Pero hay una salida a estos dos problemas que puede solucionar estas posturas extremas, la vuelta al "realismo", pero que ha centrado en la persona humana.

Vuelta al Realismo centrado en la Persona

Debe estar centrado en la persona humana: en su libertad, individualidad y dignidad.

Para poder descubrir todos los problemas de la existencia humana y usar esto como fuente para su solución, se debe conocer cada vez más a la persona humana.


Origen Histórico del Término Objetividad Periodística

El uso del término "objetividad" en la profesión informativa comenzó a usarse cuando el positivismo se estaba desarrollando. Fue sufriendo algunos cambios en la medida en que se profesionalizaba el oficio informativo bajo la técnica reporteril.

a) Reacción contra los Excesos del Periodismo Amarillo del Siglo XIX

Asumir el periodismo como una herramienta con el único fin de vender más, fue lo que propulsó el periodismo amarillo.

En esta línea de transformaciones, la escena periodística experimentará cambios en dos ámbitos importantes. En primer lugar, en lo referente a lo cuantitativo, aumento considerable en los tirajes de los periódicos. Esa mayor difusión de los medios impresos les conferirá una gran repercusión social, cuyas ventas serán el resultado de unos contenidos más atractivos y dinámicos que lograron atraer a la audiciencia, con el recurso de informaciones más impactantes y, en ocasiones, escandalosas.

El periodismo amarillo es entendido como el tipo de periodismo que "persigue fines exclusivamente lucrativos sin importarle los medios. Estas formas son fundamentalmente el sensacionalismo, la información inventada o alterada, y la información morbosa sobre personas y sucesos. Se puede considerar un estilo antiperiodístico, porque atenta contra la función informativa, educativa e interpretativa que tiene toda actividad de la comunicación.

Entre 1870 y 1914 se perfila primero en Inglaterra y después, incluso con mayor vigor, en EE.UU. un nuevo estilo periodístico que se apoya en la narración de hechos. A partir de 1920, la gran prensa de información se impone en todo el mundo civilizado.

b) Auge de las Agencias de Noticias

La implementación de la pirámida invertida, donde se ejercía un mayor control sobre la redacción periodística, se puede considerar como una ruptura del periodismo amarillo en el último cuarto del sigo XIX, como fruto de la concurrencia de varios factores, los principales son:

  • La necesidad de enviar a los periódicos asociados a la agencia noticias que pudieran ser publicadas en todos ellos, lo cual se podría lograr teniendo sólo hechos, para que pudiesen ser utilizadas en cualquiera de los diarios.
  • La inevitabilidad de acudir a personas no especializadas, no formadas como periodistas, para recabar todo ese material noticioso, la alternativa de esta necesidad fue acuñar un formato parecido a un cuestionario, que puediese ser rellenado por cualquier persona.
  • La transmisión de los servicios de agencia a través de las aún precarias líneas telegráficas, a su vez, aconsejaba seguir un orden jerarquizado en la redacción de los textos, de manera que ante una interrupción de la transmisión, como solía ocurrir, siempre pudiesen llegar al periódico los datos más importantes.
Luego, la multiplicación de medios de comunicación acrecentó la competitividad entre ellos; esta masificación hizo imperante la innovación de cada medio en ofrecer algo más a sus lectores, y ahí se empezarían a vender como "periódicos objetivos".

A pesar de considerar que los empresarios norteamericanos fueron los creadores de la doctrina de la objetividad, los elementos básicos de esta doctrina están contenidos ya en el Prospecto del Daily Courant, primer diario que circuló en el mundo. En esa entrega, aparecida en Londres el 11 de marzo de 1702.

La única función de un redactor de noticias es la de reproducir los hechos sin inmiscuir en ese acto su mundo subjetivo. En el caso de la redacción periodística, la elaboración de noticias objetivas no se puede reducir a la transmisión de meros datos sin darles un contexto y una interpretación que se hagan digeribles para el público. En medio de este boom de la prensa, el periodismo comezó a ser una profesión bien remunerada y con muchos beneficios para los informadores. Los periódicos dejaban de un lado sus banderas ideológicas para atender a sus distintos lectores con buena información, limpia de tintes políticos.

Los tradicionalistas consideran a ésta como "la edad de oro" de la prensa estadounidense, que duró cerca de 30 años, hasta los primeros ochenta.

c) Apogeo del Positivismo

El positivismo se corresponde con la creencia según la cual, la ecuación "científico = verdadero = objetivo= formalizado = racional" y su contraria "subjetivo = irracional = acientífico = incognoscible".

El Positivismo reduce la realidad a lo que es sujeto de comprobación, dejando por fuera aspectos que no pueden meterse en el mismo saco. Esta concepción materialista y escéptica de la realidad resulta inaplicable para las humanidades y ciencias sociales, donde se estudia el hombre y la relación con su entorno.

Por la influencia del positivismo, el periodismo moderno ha tratado de presentar los hechos de modo aislado sin el análisis profundo que no permite ver las consecuencias que afectan el fin último del hombre.

Los hechos son sagrados, las opiniones son libres, norma a seguir por los profesionales del área. 

La amplitud del principio fundamental del positivismo es atenerse tan sólo a los "hechos" y considerar como tales sólo a los captados por los sentidos y capaces de ser sometidos a una verificación cuantitativa, es decir, a un delimitado patrón. Dragnic coincide con Krimsky al ubicar el surgimiento del término objetividad periodística a mediados del siglo XIX. Surge así la doctrina de la objetividad, como expresión, en el terreno de periodismo, de la teoría política liberal, que defiende la libertad de conciencia y el derecho de todo individuo a forjarse sus propias opiniones sobre los acontecimientos.

El radical apego del periodismo al modelo positivista reflejado en la distinción entre hechos y opiniones se opone a una de las funciones del comunicador social como lo es interpretar, relacionar unos hechos con otros y hacer la compleja realidad más digerible para los lectores. Además, éste debe ofrecer en sus noticias la información más completa posible para que los lectores tengan una visión cabal de la realidad a la cual no tienen acceso por falta de conocimientos o herramientas tencológicas. El forzar los contenidos y la realidad misma a unas determinadas formas ha terminado por atentar precisamente en contra de la calidad del periodismo, cuando la objetividad concebida desde el origen ha derivado en un objetivismo.

Objetividad periodística, en sus inicios respondía más a una necesidad de prestigio, pero más adelante se fue consolidando como un valor periodístico que debían cumplir los profesionales de los medios.

Definición de Objetividad Periodística

Objetividad se basa en la verdad, el punto de partida de toda actividad informativa es, la realidad. . El punto de referencia para todo comunicador social, es la realidad. El periodista, sólo conoce la verdad a medias y cuando la conoce en toda su amplitud y objetividad, no siempre le es permitido decirla.

La objetividad periodística podría definirse como la cualidad que debe tener la información al ser el reflejo fiel de la realidad de la cual se ocupa, el hombre no se puede desligar de sus pensamientos y experiencias, lo que sí es cierto es que en su labor debe estar lo más apegado posible a la realidad, desde la factibilidad de los hechos. La total separación "hecho-opinión" es la corriente más o menos aceptada entre los que se han preocupado por estudiar el tema.

Etimología

Se dice que objetividad viene de objeto, el adjetivo de este sustantivo es objetivo: 1) que existe independientemente de la percepción individual. 2) Relativo al objeto en sí. 3) Aplicado a personas, así como a sus juicios, afirmaciones, etc., desapasionado, imparcial o justo. Objetividad: cualidad de objetivo (desapasionado, imparcial o justo).

Y según la GER, viene del latín obiectium, lo que está puesto delante.

Visión Deontológica de la Objetividad

El sujeto al acercarse cada vez más al objeto, se vuelve más objetivo. Ante este tipo de situaciones, el periodista debe aclarar que la información publicada no está comprobada y, cuando se tenga certeza de ella, el público conocerá la verdad de los hechos.

Las presiones de la hora de cierre del periódico, la publicación al instante en la web y la inmediatez de la radio o la televisión, son los factores que hacen cuestionar la veracidad o falsedad de un hecho, o de unas opiniones. La objetividad como un hábito, que supone un esfuerzo por pretender alcanzarlo. La objetividad periodística, que se vale de un esfuerzo por saber escoger la fuente que ayudará a llegar a la verdad informativa; documentarse antes de salir a la pauta, saber escribir con precisión el hecho noticioso y utilizar los mejores recursos para que esta noticia pueda asemejarse más a la realidad.

La pirámide invertida de la noticia, comienza a decir el "qué", "cuándo", "cómo", "dónde" y "por qué", pero al responder esta última pregunta comienzan a fluir todas las posiciones y posturas propias que impregna de "valor" la información que estaba transmitiendo.

Periodísticamente se llega a considerar (la objetividad) como un mandato ético-moral el hecho de ser "objetivo" en la redacción de la noticia. Cuenca se refiere a cuatro dimensiones que corresponden a la objetividad del comunicador social: Filosófico-Existencial, Psicológico-Perceptual, Económico-Empresarial e Ideológico-Político.

Dimensión Filosófico-Existencial

Es ese saber distinguir lo que está fuera de nosotros aún cuando toque nuestra sensibilidad, ideología o historia personal de lo que está dentro de nosotros es una de las facultades que el periodista tiene que desarrollar y en este sentido deben apuntar los esfuerzos de los docentes de las escuelas de comunicación social del país.

Dimensión Piscológico-Perceptual

Se hace necesario saber ver y hay que aprender a ver, usar los ojos para ver y mirar y ser capaces de caer en cuenta de que podemos tener percepciones alucinadas o fantasías.

Ante este tipo de situaciones, el periodista debe aclarar que la información que se va a publicar no está comprobada y, cuando se tenga certeza de ella, el público conocerá la verdad de los hechos. Sí es posible para el ser humano adherirse a la verdad, y para el periodista acercarse a ella. No se puede caer en el extremo de pensar que "si yo informo y me equivoco ya rectificaré". Aunque la mejor recomendación sería no llegar a este punto.

Dimensión Económico-Empresarial

Los periodistas sufren una doble censura:
  • La que aplica la empresa de medios.
  • La autoncensura: la que él mismo se hace.
Lo importante radica en que el reportero no se deje influenciar por una versión parcializada del medio, sino que trate de investigar más a fondo y ofrecer una noticia más completa a la colectividad. Uno de los problemas es la poca investigación que se hace -por los costos y el personal que implica-, pero que es sumamente necesaria para ese acercamiento a la verdad que exige un periodismo ético y más profesional.

Latente "Doctrina de la Objetividad"

Se dice que la objetividad es un imposible, pues se tienen que separar los hechos de las opiniones personales del periodista.

Las noticias son un instrumento para acercar al público a la parte de la realidad que desconocen, y no a la forma de pensar del comunicador. Fuller se refiere al límite de la opinión dentro del ejercicio periodístico; plantea que a medida que los periódicos fomentan más análisis, incluso los mejores reporteros de los mejores periódicos pueden perder de vista la línea que divide la noticia de la polémica.

Objetividad no sólo es contar el puro hecho, sino llegar a dar con todos los elementos que permiten al informador acercarse a la verdad para poder difundirla lo más apegada posible a la realidad.

Imprecisiones Terminológicas

La neutralidad que admite una separación del informante, se contradice con la idea de verdad concebida desde el periodismo, que implica un apego a ella. Algunos autores han propuesto esa postura llamada "neutral" donde el periodista se coloca en el medio de los dos extremos. Pero esto no resuelve el mito de la objetividad, solo lo desplaza.

El periodista es, o debería ser, un experto en análisis de hechos, sus causas y consecuencias. Pero éste no puede separar de la actividad informativa del análisis de informaciones, porque debe ahondar en los datos que tiene con la investigación. No tiene que ser neutral o imparcial, más bien debe tratar de orientar esos elementos de valoración a la verdad de lo que se quiere contar.

Imparcialidad Reinante

El concepto de la DRAE hace énfasis en cuidar el juicio y la acción, para evitar cualquier tipo de postura y "proceder con rectitud".

La objetividad supone parcialidad ante la verdad, no ante la fuente, pues ésta es un medio para conseguir la verdad, no la verdad misma.

Sinónimos Convertidos en Antónimos

El equilibrio. Este término se entiende como darle el peso suficiente a ambos lados de la balanza de la noticia. Pero este contraste de fuentes viene más dado por el peso en el número de declaraciones o hechos, que por el mismo choque de opiniones.

Objetividad como Concepto Relativo a Culturas e Ideologías

Alsina habla de la inexistencia de un único concepto de objetividad; dice que es un concepto social distinto según sean las culturas estudiadas.

Gloria Cuenca añade la cuarta dimensión del periodista objetivo:

Dimensión Ideológico-Política

La información es también una mercancía ideológica. Esto implica que esa noticia, redactada por el periodista se incorpora al medio de difusión, tiene componentes que trascienden el marco individual de creencias ideológicas del redactor y pasa a formar parte del mercado de noticias que se ofrecen a través de los medios... Justamente por ser la noticia mercancía ideológica, los componentes que se le añaden (sensacionalismo, amarillismo, exageración, distorsión) o se le quitan (fragmentación, descontextualización, omisión) apuntan en el sentido de reforzar el sistema de medios de difusión vigentes en la sociedad.

Es cierto que las noticias son comparables con una mercancía a vender, pero el problema comienza cuando la venta de la información se convierte en el fin de la actividad periodística, suplantando las funciones báscias como lo son informar, entretener y educar.

La ideología y las corrientes filosóficas que rodean al estudioso de este tema tendrán relación directa con la postura final que se asuma.

Objetividad Periodística: Saber Dar en el Blanco

La objetividad periodística es un hábito personal, que requiere de un esfuerzo y una intención constante por parte del comunicador social, para conocer a fondo la realidad y difundirla tal como la capta, teniendo en cuenta el contexto que la circunda. Con esta actitud se busca dar noticias que no alteren la naturaleza del hecho, de manera que el público comprenda y pueda conocer esa parte de la realidad a la que accede el periodista por su rol social de mediador.

Condiciones del Periodista

El Emisor o el Periodista

Según Carlos Soria, el periodista es por definición "el buscador y difusor de las verdades, el que investiga, conoce y transmite a los demás la realidad del mundo.

El periodista no espera que la noticia llegue a él, sino que sale a buscarla. Pero además la difunde y, por tanto, éste requiere de unas herramientas profesionales que le hacen posible que esa difusión llegue adecuadamente y de la mejor manera.

Asimismo, el periodista es considerado en su rol social como el "mediador" entre la realidad y las personas que conforman la sociedad. La función mediadora es la que más le distingue, pues él es quien se encarga de conocer, entender, interpretar y difundir aquello que las personas no pueden conocer. El periodista se convierte en el puente entre la sociedad y la realidad.

El Emisor y el Medio

Para Carlos Soria el proceso de dar vida a las noticias tiene dos momentos fundamentales. El primero de ellos es "el conocimiento y la aprehensión por el informador de la realidad externa", el cual deja al descubierto la naturaleza racional del hombre, esa capacidad de conocer a través de los sentidos externos e internos, para poder emitir juicios acordes con la realidad y poder decir: "esto es verdad".

La segunda fase del proceso antes mencionado es "la posterior comunicación en forma de mensaje de esa realidad por él conocida e interiorizada". En estos momentos es donde el comunicador social tiene la oportunidad de poner todas las herramientas humanas y profesionales que está a su alcance para llegar a la verdad objetiva y por tanto hacer un buen periodismo.

María José Canel explica que no todo lo que pasa en el mundo puede ser contado por los medios de comunicación. Hay hechos que le interesan a los medios y otros no.

Existe el gatekeeping, el cual es seguido e los medios de comunicación para incluir y excluir informaciones de las cuales surgirán las noticias a publicarse en la primera página de un periódico a las que encabezarán un noticiario de televisión o radio.

El Periodista en el Quehacer Profesional

No basta sólo que el periodista sea objetivo y bueno, sino que su equipo también tenga valores y esté consciente de su labor en el medio. Por esto el periodista profesional debe tener:

Capacidad de Selección

El periodista debe saber manejar todos los criterios de noticiabilidad para poder hacer una buena selección de la información, pues está claramente entendido que no se puede informar todo lo que sucede. En este sentido, se entiende que es imposible conocer toda la realidad, sólo se alcanza una parte de ella; además no se puede divulgar todo lo que se conoce.

Exactitud y Comprobación

El buen profesional está llamado a hacer las noticias con exactitud, pero sobre todo comprobadas.

Conocimientos para Relacionar los Hechos e Interpretarlos

Todo periodista debe estar formado, es decir, tiene que pasar por la universidad para poder ejercer ética y profesionalmente su área. Debe conocer la realidad de su país.

Agilidad para Captar los Datos y Procesarlos

El reportero debe tener la habilidad de poder procesar con rapidez pero con atención lo que ve y escucha. Debe tener "olfato informativo".

Saber Escribir, Hablar y Darle un Buen Uso al Lenguaje

Marín dice: "si no sabe redactar, es un reportero incompleto, un recaudador de datos, por más que la institución en que trabaje resuelva los problemas recurriendo a redactores profesionales para reelaborar sus escritos originales".

Talante Humano del Periodista

El ser humano tiene una tendencia natural hacia el bien, tanto el suyo como el de los demás. 

Al periodista se le considera un profesional con una función dirigida a la sociedad y cuya labor debe buscar el bien. Éste trabaja para la verdad, está al servicio de la misma.

Objetividad como Saber Prudencial

Es la capacidad que adquiere el hombre de hacer o decir las cosas en el momento adecuado, porque esta actuando por la razón. Se considera la prudencia como cimiento de la objetividad, porque ejerce un dominio sobre las actitudes impulsivas e instintivas que puede tener el ser humano bajo determinadas circunstancias y, por ende, distorsionar la verdad de las cosas. También es la capacidad de elegir los medios correctos. Cuando la realidad se convierte en la medida del conocimiento personal se puede hablar de verdad como adecuación al intelecto, donde el sujeto se presenta con humildad y capacidad de asombro ante la realidad para aprehenderla, un periodista jamás debe perder la capacidad de asombro.

Honestidad y humildad intelectual

El hombre es un ser imperfecto y por tanto puede equivocarse, es decir, caer en el error. Sin embargo, esto no lo exime de la obligación de salir del error para aclarar lo dicho o hecho, para rectificar. Esta actitud que puede y debe asumir la persona es una muestra de humildad ante quienes rectifica, porque reconoce su equivocación y dice la verdad.

Se considera la honestidad intelectual como una condición para el periodista objetivo porque manifiesta unas intenciones rectas en su quehacer profesional y que está dispuesto a reconocer si se ha equivocado en alguna información.

Responsabilidad


Se entiende como la obligación tiene cada persona de responder por sus actos, palabras o pensamientos y se le considera también como el deber de indemnizar por un perjuicio. 

Los reporteros se enfrentan a situaciones difíciles en el manejo de la información, porque sufren presiones de tiempo y espacio en el medio. Pero estas dificultades no pueden ser excusas para realizar un trabajo mediocre o para salir del paso, sino convertirse en retos para crecer como persona y como profesional.

Capacidad de asombro

La pérdida de la capacidad de asombro una de las actitudes que prevalecen en la actualidad. Al periodista especialmente se pide que tenga capacidad de asombro ante la realidad, para que con su trabajo la transmita a los demás, pues se convierte en aquél que ve lo que otros no ven.


El asombro constituye un despertar del letargo en que suelen estar las personas esclavas de la rutina. Para los periodistas puede ser común caer en la monotonía al cubrir siempre la misma fuente y conformarse con lo que digan los voceros de éstas, sin darse cuenta de que hay múltiples aristas que se pueden desarrollar un mismo tema.

Opinión Personal

Es realmente importante conocer la diferencia entre objetividad, imparcialidad y neutralidad. Muchos estudiantes de Comunicación Social, e incluso periodistas graduados, tienden a confundir estos términos.

Esta tesis está muy completa, y más si lo que queremos es conocer cómo debe ser un periodista de los mejores, de esos que siguen correctamente su ética y sus principios. Sabemos que hay que apegarse a la verdad, pero no siempre lo hacemos, y como futuro comunicador debo trabajar esta importante cualidad.

Llegar a ser objetivos (según esta tesis) no es imposible, ahora bien, también depende de qué concepto tengamos de la palabra Objetividad.

Anexos de Interés

A continuación presentamos una serie de imágenes y videos que servirán de apoyo para comprender mejor y complementar todo lo expuesto en esta entrada.

Como lo dice el título de esta excelente tesis. Hay que "saber dar el en blanco".

Como periodistas (o futuros periodista, en mi caso) debemos enfocarnos en ser objetivos ante todo.

Además, pueden visitar la entrada anterior referente también a la Objetividad Periodística y ver el video que está en los respectivos anexos.